"La temperatura era agradable y disfrutaba del silencio, o más bien de esa especie de ruido blanco que constituía el sonido del viento circulando por la ventanilla, y cada tanto el golpe de los insectos reventando contra el parabrisas."
"Ya estaba bastante de la cabeza e invadido por una sensación de bienestar poco habitual aun para el estado. Puso la radio y la escuchó con la mente casi en blanco. Los faros del auto tiraban veinte metros con luz baja y ciento cincuenta con luz alta. Como había poco tránsito (muy cada tanto se cruzaba con algún otro vehículo), dejó puesta la luz alta. En un momento descubrió algo al final del cono de luz proyectado por los faros. El bulto se acercó un poco más: era una vaca."
"Danielito pensó en las posibilidades matemáticas de encontrarse con una vaca en el medio de una ruta desierta de Santiago del Estero. Sabía que estaba yendo rápido (miró el velocímetro: ciento veinte kilómetros por hora) y que tenía que empezar frenar o ver si la vaca se movía, para esquivarla." 
"Después de meditarlo un poco decidió frenar, pero hasta que encontró el pedal la vaca ya estaba casi encima del vehículo. Lo último que vio Danielito fue justamente la cara del animal, que lo miraba casi a los ojos desde una distancia de dos metros, con una expresión pacífica y (le pareció, aunque no alcanzo a formular enteramente el pensamiento) de leve curiosidad."
Textos: Bajo este sol tremendo, Carlos Busqued, Anagrama, Bs As, 2009. 
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